terça-feira, 25 de outubro de 2011

la leyenda de las sirenas


Las sirenas han sido personajes famosos de la mitología por ser mujeres hermosas que seducen a los hombres con sus hermosas voces para guiarlos a su perdición. Pero originariamente en la mitología griega, las sirenas eran mujeres con cuerpo de pájaro parecidas a las arpías. Hijas del dios río Aquelloo y de la musa de la poesía Calíope, se comenta que eran tres, cinco y hasta ocho.

Como seres fabulosos de las narraciones fantásticas de la literatura occidental, la función de las sirenas ha variado con el paso del tiempo, al igual que su representación. Generalmente se las describe como bellas mujeres con cola de pez que hechizan con sus cantos, aunque anteriormente se las describía con alas. Según la leyenda, eran fieles compañeras de Perséfone, pero cuando ésta fue raptada por Hades, no pudieron salvarla y como castigo la diosa Deméter, madre de Perséfone, las convirtió en estas criaturas híbridas por no haber cuidado bien de su hija.


Las sirenas vivían en la isla de Artemisa, donde descansaban los restos de los marineros que habían sido atraídos por sus cantos, los cuales anunciaban engañosamente los placeres del mundo subterráneo.

La literatura les confirió un lugar especial, comenzando con la leyenda de Jasón y los Argonautas, quienes pudieron eludir el engaño de las sirenas gracias a la habilidad de Orfeo. Éste logró cubrir la melodía con su propio canto y así distraer a los Argonautas.

Por otro lado, en la Odisea de Homero, Ulises tapó los oídos de toda su tripulación con cera y se hizo atar a un mástil para no poder arrojarse a las aguas al oír su música. Él sabía que si un hombre era capaz de oírlas sin sentirse atraído por ellas, una de las sirenas debería morir. Y luego de deleitarse con sus peligrosos cantos, una de las sirenas tuvo que perecer y ésta fue la sirena llamada Parténope. Las olas lanzaron su cuerpo inerte hasta la playa y allí fue enterrada con múltiples honores en un sepulcro que luego devino en un templo y que, a su vez, luego se convirtió en pueblo que llevaba su nombre.

Hoy ese pueblo es la próspera ciudad de Nápoles, llamada antiguamente Parténope.

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